jueves, 5 de febrero de 2015

Qué sé yo.

Será el invierno, las noches eternas, el viento frío en la cara, los kilómetros que cada noche recorro en mi cama, las aventuras que disfruto en cada sueño.
Qué sé yo.
Cada día, la misma rutina. Despertar, comer, escuchar, hablar, dormir.
Que se pare el mundo.
Necesito gritar "cruci" en el juego de la vida.
Pero no me hace caso. No frena. No para.
Soy demasiado lenta. Demasiado pesada. O qué sé yo.
Me gustan las tortugas. Me encantan las tortugas. Adoro las tortugas.
Aquellos que se vendan los ojos, no se darán cuenta de que son los seres más envidiados del mundo.
Nunca tienen prisas. No sufren estrés. Aprenden observando su entorno. Se toman su tiempo. La sabiduría corre por sus venas.
Si te pones cara a cara con una de ellas, observándola, probablemente desistas antes que ella.
Creo que tengo alma de tortuga.
Me gusta observar. Me gusta sentir. Me gusta aprender.
Qué sé yo.
Desvaríos de una tarde de invierno.
Soy rara. Quizá especial. Quizá distinta. Tal vez diferente. Tal vez curiosa.
Me gusta emocionarme.
Me gusta llorar. Me gusta reír. Me gusta tener mi propio sexto sentido.
Cerrar los ojos. Me gusta mirar hacia dentro.
Mi caparazón.
A veces, saco la cabeza, pero no me gusta lo que veo.
Días grises. Manos rojas. Mentes enjauladas. Pies mutilados.
Qué sé yo.
Tiempos vacíos de sentimiento, humanidad.
Tiempos hedonistas.
Tiempos sin manos entrelazadas.
Tiempos de necesidad literaria.
Tiempos de cavernas. Donde los que salen de las tinieblas, son perseguidos por los seres oscuros.
Tiempo de cadenas.
Tiempo de pájaros con alas rotas.
Qué sé yo.
Qué sabrá de la vida, quien la está viviendo.