lunes, 5 de octubre de 2015

Página de diario.

Suenan las sirenas. "Te quiero, pequeña."
Miles de voces se oyen en la calle.
Gritan. Lloran. Suplican. "No me dejes..."

Me agarras de la mano y tiras de ella. "Nunca lo haré."
Corremos hacia el bosque.
Alguien nos ha visto. Nos persigue. "Confío en ti".


Las ramas de los matorrales me arañan la piel.
Él sigue nuestros pasos. Cada vez más cerca. "¿Eres feliz?"
No hay salida.
Comienzan a bajar por mis ojos esas estúpidas lágrimas. "Estoy contigo."
Me agarras la cara y me miras.
Me besas en la frente, primero. En los labios, después. "Eso no responde a mi pregunta."
Él ya está cerca.
Tu corazón se acelera. "Para mi, es una respuesta válida."
Te abrazo. Te siento.
Me empujas por el barranco.
Oigo sus pisadas. Huelo su olor a muerte.

Te amenaza. "Me gusta tu risa."
No puedo ver nada desde aquí abajo.
Voces. Forcejeo. "...tus labios."
Y de repente, silencio.
Ya no puedo oirte. "...tu piel."

Consigo subir.
Estás en el suelo.
Hace frío. Te abrazo. Pero no siento tu calor.
Busco tus manos. Tus ojos. Tu boca.
Busco todo de ti.

Tu mirada está perdida.
Ya no puedo refugiarme en tus brazos.
Siento el vacío de la destrucción.

"Cuando acabe todo esto, volveremos a ser felices."