miércoles, 23 de noviembre de 2016

Cuando llueve.

Solíamos pasar las tardes de verano bebiendo zumo de frutas y riéndonos de la vida.
Solíamos tumbarnos a ver las estrellas, cada noche, a la orilla del mar.
Teníamos todo el tiempo del mundo y un millón de sueños por cumplir.
También, luchábamos contra cada lágrima.
Solía darme los mejores abrazos y confiaba más en mí que yo misma.


Mi habitación sigue repleta de nuestras fotos.
Aquella que nos hicimos cuando nos perdimos en la montaña y a mí me dio por ponerme melodramática. La que nos echó aquel extraño Papá Noel del centro mientras tú te tirabas el chocolate en el abrigo. Y nuestra primera foto, aquel día de octubre cuando decidimos comprarnos el puesto entero de dulces.

Solíamos pasar la vida...

Pero ya no estás.

No sé cuándo decidiste alejarte ni por qué.
Yo sigo esperando.

A veces te veo pasar por mi lado. Pero ya no tienes esa sonrisa...
Ahora, también, soy invisible para ti.

Ahora, cuando llueve, no tengo con quién ver películas en el sofá.