jueves, 6 de abril de 2017

Somos nada

A veces, me pregunto si, realmente, somos conscientes del daño que podemos hacer.
Si somos conscientes de lo que puede significar una mala mirada, una palabra fuera de lugar o una risa descarada.
Creo que somos una generación acosadora, pública y egocéntrica.
Nos preocupa más lo que puedan pensar los demás sobre nosotros que lo que, verdaderamente, opinamos sobre nosotros mismos.
Cuando una persona no es capaz de adaptarse a las tertulias rosas, a llegar a los dos mil seguidores o ser una blogger, la apartamos de nuestro círculo. Como si no fuera nada.

Nos gusta la gente que se ve bonita por fuera y nos hemos vuelto super fans de "La Bella y la Bestia" pero hemos olvidado la moraleja de la historia. Hemos olvidado los sentimientos (reales) de las personas.

No es malo sentirse solo. No hasta cierto punto.
Todos necesitamos estar a solas con nosotros mismo y nuestros pensamientos. Necesitamos poner en orden nuestras ideas y disfrutar de la soledad.
El problema le encontramos cuando una persona se siente tan sola que prefiere acabar con su sufrimiento.
Somos seres sociales porque nuestra vida depende del contacto con los demás.

El ser humano se ha convertido en un animal de costumbres y de rebaño. Cuanto más sola vemos a una persona, más nos alejamos de ella.
Hasta que todo acaba.
Hasta que sale en las noticias.
Hasta que todos lloramos (falsamente).
Hacemos campañas sobre la inclusión.
Pasa el tiempo... Y se nos olvida.

Y otra vez a empezar.

Hipócritas.

Cada generación, es más cruel que la anterior. ¿Realmente queremos que nuestros hijos, primos, hermanos, nietos, sobrinos... vivan con tanta negrura en su interior?
Nos autoconvencemos de que nuestros hijos no son de ese tipo de personas, que no tienen pinta de acosador, de persona que mete cizaña, de persona que hace que todos se alejen de otra. Y yo me pregunto ¿Qué pinta se supone que debe tener alguien para ser mala persona? Porque creo, sinceramente, que todos hemos sido esa clase de persona alguna vez en la vida.
Nos esforzamos tanto por encajar en esta sociedad que olvidamos nuestros valores y nuestra personalidad hasta tal punto que hacemos lo que demanda el resto sin importar lo que queremos realmente.

Yo no quiero ser esa clase de persona.
Creo en la libertad y en la tolerancia.
Creo en la igualdad y en el respeto.
Creo que quiero creer que el mundo, esta sociedad, pueden ser salvados.

Ayúdame a seguir creyéndolo.